martes, 6 de enero de 2009

Feliz humanidad.

¿Por qué en ocasiones sentimos que somos molestos para las personas que queremos y que de una forma u otra nos han hecho saber que somos importantes para ellos?

Las respuestas podrían ser muchas, y, existirán desde las caseras hasta las teorías psicológicas mas elaboradas, sin embargo es bueno aceptar que lo mejor que nos puede suceder es que sea por alguno de los siguientes motivos.

1.- Hartazgo natural después de que aquellos momentos que compartían dejaron de ser novedosos y/o importantes.

2.- Sentimiento de pérdida de espacio vital aún cuando en su corazón sigan guardando un espacio importante para el ti.

3.- Desilusión y rechazo porque no eres precisamente lo que pensaban o bien porque sigues siendo el mismo y los otros han evolucionado.

En verdad, cualquiera de estas razones es aceptable, aun cuando no deja de ser triste por la consecuente lejanía (corta o larga) que se ha producido o que en algún momento se producirá. Sin embargo lo que si sería realmente doloroso, es que la distancia fuera la consecuencia de que los otros se sientan heridos por alguna palabra o acción y ante la duda se inclinen a creer que el hecho fue a propósito y con intención de lastimar. No debemos dejar que esto último sea lo que invada nuestro corazón porque entonces si perderíamos la oportunidad de volver a alegrarnos junto a esos otros que nos han acompañado en diversos momentos.

Hoy presento esta reflexión porque durante mi transito por esta vida he logrado cosechar momentos realmente maravillosos junto a personas verdaderamente valiosas y que nunca dejaré de admirar por quienes fueron, son y llegarán a ser. En diversos momentos de la vida me ha tocado incrustar en el corazón un diamante que representa lo valiosa que ha sido una persona en particular, hoy, llegó otra vez el momento de alojar un diamante y claro, el hecho duele porque necesariamente se tiene que hacer un hueco profundo ya que aun cuando no se sabe por cuanto tiempo se dará la lejanía es necesario que quede bien fijo en el corazón ese diamante para que jamás se caiga y siempre me acompañe el recuerdo de la persona y los momentos compartidos; porque eso si, como dice Fernando Delgadillo, aún cuando la vida nos mande llamar y el viento nos aleje como hojas que vienen y van, lo importante es no guardar rencores porque la vida es así y el viento unirá nuevamente las hojas y llegará el momento en que se reúnan llenando nuevamente su corazón de felicidad y fe en la humanidad.

1 comentario:

serytiempo dijo...

órales tía... qué claro y sincero lo que escribes. Vaya que es triste sentir a veces que la lejanía hace que el afecto disminuya, aunque no sea necesariamente cierto..