domingo, 4 de noviembre de 2007

Mi viaje a la India. I / Sabrina Aldana Rovelo

Han pasado ya casi dos meses de que partí a Calcuta a hacer voluntariado. El relato de este viaje lo empecé tan pronto volví, pero entre que no le dediqué suficiente tiempo y que nunca parecía decir exactamente lo que yo quería, no lo había dado por concluido. Así pasaron un par de semanas y luego me fui a Galápagos, intenté acabarlo, pero la emoción del otro viaje se entrometía y no podía terminarlo...ahora me he dado tiempo y aquí estoy, escarbando otra vez en mis recuerdos para compartir con esta hoja de papel la experiencia que fue ese gran viaje….Espero que como a los buenos vinos, el tiempo solo los mejore y que de un mejor sabor a mis recuerdos.

Todo tiene un comienzo (vaya sabiduría la mía, no?) y la idea de ir a la India apareció sigilosa unos meses atrás. Es sabido que para mí el tomar vacaciones es mucho menos atractivo que viajar y descubrir el mundo, así que tenía que encontrar un destino nuevo e interesante, al que pudiera viajar sola si nadie quería acompañarme y con otro presupuesto que no fuera el de las vacaciones, porque ese ya había sido asignado en repetidas ocasiones a otros viajes, así que lo primero que se me ocurrió fue hacer voluntariado en algún lugar del tercer mundo.

Empecé a averiguar y cual fue mi sorpresa cuando descubrí que el hacer voluntariado en lugares exóticos es bastante “in” entre los españoles, que mucha gente repite y que todos lo cuentan con satisfacción y alegría, así que me dije a mí misma “esto no puede ser tan malo”.

Hablé con un montón de gente de sus experiencias y de recomendaciones y parecía evidente que el destino más “fácil” era la India porque era un país poco peligroso (aunque pongan bombas en el McDonals, siempre es mejor que ir a Somalia o Etiopía), porque no tenía que dormir en el centro de voluntariado con lo cual podría hacer “mi propia vida” cuando el trabajo se acabara, porque era un país atractivo para viajar en caso de que no soportara hacer trabajo social de manera intensiva y además, porque a pesar de ir sola, ya había conocido a 3 personas que estarían allá haciendo lo mismo en las mismas fechas. Estaba decidido, el destino era Calcuta!!!......para mi suerte, había sacado de mi cabeza el recuerdo de la película de “la ciudad de la alegría” y el firme pensamiento que tuve al verla de “jamás en mi vida voy a ir a esa basura de lugar”

El proyecto concreto al que iría, también surgió hablando con el amigo del amigo del amigo. Conocí a Julia, que era la encargada de coordinar a los voluntarios españoles de un proyecto llamado Luces Rojas. Luces Rojas es la casa de 200 niños sanos que habían sido recogidos de la zona de prostitutas de Calcuta por el Padre Xavier, quien se dedica a darles a todo lo que les haga falta: un techo, 3 comidas al día, uniformes, higiene, escuela, ocio y por si fuera poco….cariño.

El hecho de que los niños fueran sanos era importante para mí porque no estaba segura de poder soportar demasiadas miserias, no tenía ni la más remota idea de que sentiría al estar allá y no quería presionarme demasiado, llevaba un año muy duro y no quería complicármelo más, ya temía por mi salud mental!!

Julia, que ya había estado en Kobardanga (nombre del pueblo donde estaba la casa) y que repetía éste Agosto, me habló con tal pasión, entusiasmo y alegría de “luces” que definitivamente hice del suyo MI plan!

Continua...........

La belleza